martes, 28 de septiembre de 2010

EL TRIBUNAL DECIDIO NO UNIFICAR LAS CAUSAS

Proximas audiencias martes 5 y miercoles 6, a las 11hs.


El Tribunal denegó el pedido de la Fiscalía, las querellas y la defensa del imputado Arrillaga de unificar las causas “Base Naval 1” y “Base Naval 2”. Así comenzó la novena audiencia del juicio oral y público por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar en la Base Naval de Mar del Plata, en la que sólo declaró un testigo.

Con la presencia del imputado capitán de navío, Justo Ignacio Ortiz y el contralmirante Roberto Pertusio comenzó la audiencia explicando que el ex general de brigada Alfredo Arrillaga, no estaba presente en la sala por motus propio.

La lectura por secretaría de la resolución del Tribunal en torno al pedido de unificación de las causas abrió el debate central de la jornada. La incompatibilidad entre los momentos procesales de las dos causas en cuestión –la Base Naval 1 en actual debate oral y la 2 con pedido de elevación a juicio y parte “aún en instrucción”- fue la argumentación mediante la cual se denegó la unidad de causas en un solo juicio.

Si bien inmediatamente después de leer la resolución se dio paso al testigo, el fiscal Daniel Adler solicitó que se lean los fundamentos de la decisión para así poder expresar en el recinto las disidencias. Esto se produjo alrededor de las 13, cuando el secretario del Tribunal hizo lectura del documento y se abrió el debate en torno al tema. Así, el representante del Ministerio Público fue contundente al exponer su oposición a la decisión de no unificar causas basándose en la necesidad de dar celeridad a los juicios por delitos de lesa humanidad como lo manifestó la Procuraduría en una de sus resoluciones generales.

Adler, además de solicitar el pedido de revisión por parte del Tribunal de la medida, realizó el pedido subsidiario para poder presentar la apelación correspondiente ante Casación.
Lo expuesto por el fiscal fue acompañado por la totalidad de la querella y por la defensa del imputado Arrillaga, mientas que los defensores oficiales a cargo del patrocinio de Ortiz y Pertusio pidieron que se mantuviera firme la resolución.

“Me avergüenzo de ser militar”

Así lo manifestó Juan José Zaniboni, quien cumpliera funciones como enfermero de la Marina dentro de la Base Naval local desde 1970 hasta 1993
“Con las cosas que escucho, me avergüenzo de ser militar”. La frase es lapidaria y refleja el sentimiento de un ex marino que, según manifestó, se fue enterando de lo ocurrido ya en democracia. “Nunca digo que fui militar, digo que pertenezco a la administración pública”, expresó.

Alrededor de las 12 del mediodía, Juan José Zaniboni, único testigo previsto para la jornada de ayer ingresó a la sala y ocupó el asiento de los testigos.
Allí dijo no tener ningún tipo de relación con los imputados y, con una actitud distendida comenzó a responder las preguntas realizadas por la Fiscalía.

Según explicó Zabinoni se desempeño desde 1970 hasta principios de 1976 como enfermero dentro de la Base Naval local. Un mes antes del golpe de Estado fue enviado a la Escuela de Sanidad Naval ubicada en Puerto Belgrano a realizar un curso de técnico radiólogo. En noviembre del mismo año volvió a la base y, según declaró, algunas cosas habían cambiado.

Una de las alteraciones que recordó está vinculada a la existencia en la enfermería de dos camarotes que permanecían constantemente cerrados con llave. El testigo explicó que a ese lugar sólo entraban cuatro personas: tres sub oficiales y un médico. “La llave del lugar la tenían los sub oficiales Romero, Cáceres y Pacheco, y el doctor Carrilaf”, declaró Zaniboni.

Mientras la voz del enfermero se expandía por la sala con los recuerdos –en su mayoría limitados- de los años de servicio, Pertusio se mostró nervioso, verborrágico y atento a los dichos de su ex camarada de armas. Sus pequeños ojos celestes se abrían cada vez más al escuchar que el enfermero nombraba a los marinos. Su asombro fue mayor cuando de la boca del testigo salió la siguiente frase “Entre nosotros nos decíamos `cuidado que no te agarre ojitos celestes –en alusión a Pertusio- porque te mete preso´”. Estos dichos, sumados a la afirmación de que Pertusio “era un hombre jodido”, formaron parte de la caracterización que hizo el testigo de quien cumpliera funciones de jefatura dentro de la Base Naval.

En relación a los extraños camarotes cerrados, el testigo explicó que seguramente eran utilizados durante la noche, ya que mientras él cumplía su horario de trabajo regular –de 6.50 a 17- no veía mayores movimientos.

Zaniboni expresó que él nunca entró al lugar y que sólo lo hacían las cuatro personas mencionadas, pertenecientes al grupo de Sanidad. Cabe destacar que el doctor Carrilaf era cirujano y que el sub oficial Romero tenía a su cargo la farmacia del lugar, por lo que se infiere que el grupo “especial” tenía un grado de autonomía capaz de realizar operaciones y curaciones sin necesidad de recurrir a los demás miembros de Sanidad.

“No soy una persona sociable. No tengo amigos dentro de la fuerza. Yo iba y realizaba mi trabajo, nada más”, se excusó el testigo ante la pregunta sobre si recordaba nombres o funciones de sus camaradas de armas.

Otro cambio que notó el testigo luego de marzo de 1976 fue la expresión en el rostro de los miembros de la Base. “Todos estaban más serios y todo era como más militarizado”, explicó.

CROQUIS DEL LUGAR

Dentro de los elementos que aportó en su declaración, Zaniboni realizó un croquis explicando cómo estaban distribuidos los edificios dentro del predio de la Base Naval. Fue llamativo el cambio de actitud en su declaración a la hora de describir el lugar donde funcionaban los buzos tácticos, lugar donde estaba emplazado el Centro Clandestino de Detención. Sólo recordaba del lugar la existencia de una “perra” la cual –según explicó- “me odiaba”.

También recordó la existencia de colectivos verdes con la insignia de la Armada en sus costados y de camionetas similares. Una ambulancia blanca, en un estado deplorable fue otro de los vehículos que logró memorizar.

Por Juan Carra.

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