martes, 7 de septiembre de 2010

Septima audiencia ...

Cuarto intermedio hasta el Lunes 20 de septiembre 11hs.


“No lloré, pero me descompuse, sentí un dolor terrible en las venas de los brazos”

Así relató su vivencia Isabel Sáenz de Rodríguez, madre de Alicia, una de las detenidas desaparecidas por cuyo caso está imputado el ex general de brigada Alfredo Arrillaga.

Con la declaración de dos nuevos testigos, se llevó a cabo la séptima audiencia del juicio por delitos de lesa humanidad Base Naval 1. Ayer, el debate oral se centró en el caso del matrimonio Bourg, secuestrado en septiembre de 1977 y que aún hoy permanecen desaparecidos.
Alrededor de las 10 de la mañana los jueces Nelson Jarazo, Alejandro Esmoris y Jorge Michelli ingresaron a la sala para dar inicio al debate.

Isabel Sáenz de Rodríguez, madre de Alicia y suegra de Raúl Bourg, fue la primera en comparecer ante el tribunal. La mujer, en un testimonio claro y bastante detallado, reconstruyó sus vivencias a partir de la desaparición de su hija y su yerno. El pasaje más crudo de su declaración estuvo vinculado a las reflexiones sobre las actitudes de los secuestradores: “Yo estaba tranquila porque sabía que mi hija era inocente –dijo- Nunca se me ocurrió que iban a matar a una madre de 5 hijos”.

La testigo relató a pedido del representante del Ministerio Público, Daniel Adler, lo que recordaba de los días 5 y 6 de septiembre de 1977. “Cuando se llevaron a mi hija no estaba en Mar del Plata”, explicó Isabel a la vez que señaló que apenas se enteró de la ocurrido se dirigió a la quinta donde vivía Alicia para hacerse cargo de sus cinco nietos.

Estando allí pudo saber que días atrás, cinco hombres de civil llegaron en autos y preguntaron por Raúl Sáenz. Su hija les informó que su marido Raúl estaba en una quinta cercana y les dio la dirección. El grupo se dirigió al lugar y se encontró con dos hombres: Raúl Bourg y Alejandro Sáenz; como el grupo de hombres buscaba a Raúl Sáenz, en un acto ilógico, se llevó a ambos. También, de la quinta que habían visitado en primer lugar, secuestraron a Alicia.

Según recordó Isabel Sáenz de Rodríguez, en esa oportunidad el grupo de hombres “revolvió toda la casa”, dejándola –según sus dichos- patas para arriba.

A partir de ese día Isabel vivió, junto a su consuegra, una serie de periplos por juzgados y dependencias militares pidiendo por la vida del matrimonio Bourg.

Eso la llevó a entrevistarse dos veces con Pedro Barda, jefe de la sub zona 15 y principal responsable de los operativos militares en la denominada “lucha antisubversiva” en la región.
Barda en persona recibió a las mujeres que le consultaron por qué el arrendatario del campo perteneciente a los Bourg tenía un documento firmado por él mediante el cual se lo habilitaba a explotar económicamente las tierras. Barda respondió que conocía al arrendatario y que había firmado ese documento para beneficiarlo y también para que la familia Bourg no pierda su cosecha. “Encima parecía que nos estaba haciendo un favor”, relató Sáenz de Rodríguez en su declaración.

En la segunda oportunidad de que encontró cara a cara con Barda, la mujer no dudó en ofrecer las tierras del campo a cambio de la vida de su hija y su yerno. En ese momento, según relató, Barda se quedó callado, hizo pasar a 5 hombres de civil a su despacho del G.A.D.A. 601 y le pidió Sáenz de Rodríguez que repitiera lo que había dicho.

Días después el grupo de hombres apareció en la casa de la mujer para exigir las escrituras. Ese mismo grupo, relató ya había estado allí presentándose como miembros de las “fuerzas conjuntas” además, el puestero de las tierras le comunicó a la mujer que cinco hombres habían estado en el campo comiendo asado y tomando vino. El grupo al mando de Barda había tomado posesión de las tierras, sin embargo del matrimonio Bourg no había noticia.

En una de sus visitas a tribunales para verificar si había alguna noticia sobre los habeas corpus presentados, Isabel tuvo una respuesta. Un hombre, a quien sólo puede recordar como un hombre de alrededor de 60 años, la hizo pasar a un despacho. Allí, el funcionario del Poder Judicial la esperaba detrás de un escritorio donde descansaba un libro de notas. El hombre señaló con su dedo una zona de la página en la que estaba abierto y luego se desplazó hacia una ventana, dándole la espalda a Isabel. Ella entendió que tenía que leer donde le señalaba y no decir mucho más. Se acercó y comenzó a leer y allí pudo encontrar el nombre de su hija entre el de otras cuatro mujeres. A continuación la peor de las noticias: Alicia había sido asesinada en un enfrentamiento.

“No lloré, pero me descompuse, sentí un dolor terrible en las venas de los brazos”, recordó Isabel en su relato. También hizo referencia a que el hombre le pidió que se fuera y que volviera más tarde, ella supone que al verla descompuesta el funcionario tuvo miedo y la hizo salir. Cuando horas después Isabel volvió acompañada de su marido, el hombre ya no estaba y tampoco el libro que contenía la peor de las noticias.

ANÓNIMO

Isabel, también, refirió a una carta anónima que recibió por debajo de la puerta en su departamento del edificio “Las Américas”, el mismo en el que casualmente vivía el imputado Alfredo Arrillaga. En la esquela se decía que Arrillaga era el responsable de la muerte de su hija y que, incluso, había tirado su cuerpo al mar. También nombraban en la carta a otro militar de apellido Nani como partícipe en el asesinato.

Fue Verónica, la hija del matrimonio Bourg la que tomó el anónimo y subió hasta el quinto piso del edificio, tocó el timbre en uno de sus departamentos y se enfrentó cara a cara con Arrillaga.
La chica, que tenía alrededor de 13 años, le preguntó al representante del Ejército qué había hecho con sus padres. Arrillaga le contestó cortante que él no sabía nada y cerró la puerta.
Verónica volvió al departamento de su abuela llorando desconsolada. El lunes, la joven, más de 30 años después recordó el calvario de su vida ante el tribunal.

SOLIDARIOS Durante todo su testimonio Isabel hizo hincapié en una cosa: su hija y su yerno eran personas solidarias, que ayudaban constantemente a cualquiera que lo necesitara. Por esto, explicó Alicia había prestado el campo para que se resguardaran personas que tenían problemas. “Yo le pregunté más de una vez quiénes eran –explicó- hasta que una vez ella me contestó que cuanto menos supiera del tema mejor”.

EXILIADO

El otro testigo que compareció ante el tribunal fue Enrique Alfredo Rodríguez, hijo de Isabel y hermano de Alicia. En su testimonio explicó que durante los hechos justo se encontraba en Europa por motivos laborales y que al enterarse de lo sucedido decidió pedir asilo político en España. Si bien le fe denegado, insistió con el trámite ante el Estado francés quienes le brindaron la protección. Exiliado hasta tres días después de que Alfonsín asumiera como presidente en 1983, Rodríguez realizó gestiones por su hermana y su cuñado, pero no tuvo respuesta alguna.

Por Juan Carra.

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